lunes, 20 de enero de 2014

Los cien martillos del Amo

  Nancy Lara

Un molino para moler pan, que estaba por ser reparado en un taller de la industria alimentaria, tuvo otro derrotero ante la necesidad de un equipo para moler la hoja de moringa, destinada a la industria farmacéutica.

Con cien martillitos de acero inoxidable, una malla y un tapiz, se logró el granulado id óneo, pero sobre todo, fue la voluntad de Carlos del Amo Laza, mecánico A del taller # 4, perteneciente a la Empresa de Construcciones Metálicas y Eléctricas, Comelec, integrada al Grupo Empresarial de la Industria Alimentaria.


Gracias a la innovación de este trabajador, el Instituto Finlay cuenta con el molino, que tuvo un costo aproximado de 11 mil pesos y por el cual posibles proveedores, en el mercado internacional, pedían entre 15 mil y 18 mil euros, mediante el pago previo del 50 porciento más 15 días de estadía en puerto.

La solución de Laza, logró la sustitución de importación del molino, que es el primero de mayores desempeños, pues tiene una productividad de una tonelada en una jornada laboral, por lo que ya se inician las gestiones para un equipo con mayor capacidad.  Se requiere ahora la preparación del expediente con la ficha de costo de los elementos precisos.

Carlos del Amo, comenzó en la tornería con solo 17 años de edad y desde hace veinte años es innovador.  Cuenta que procede del sector del transporte, etapa difícil porque el parque automotor estaba prácticamente paralizado por las tapas de block de los compresores de los ómnibus, entonces existentes. El, junto a otros innovadores echaron a andar casi todo el transporte urbano en La Habana.

Al preguntarle acerca de otras innovaciones me dijo:  Estoy por cumplir los 50 años de edad, de modo que tengo mas de 30 años de experiencia. Mi trabajo actual es en todo el sector de la industria alimentaria, la cadena del pan, fábrica de helados.  He trabajado, por ejemplo, en soluciones para la producción del yogur de soya, y gracias a las innovaciones, los niños de todo el país reciben ese alimento.

Son muchas las innovaciones de Carlos, pero s u mayor satisfacción es estar rodeado de jóvenes que están a su lado en adiestramiento, a quienes enseña las picardías del oficio, ese que no se aprende en la escuela, sino en el quehacer diario del taller.

 

 

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